Hackers culturales. ¿seguimos?

La Perimetral
Este post nace de la relación On-line con otros agentes culturales, de la interacción en twitter o de las lecturas de la navegación al azar. Publicado en un principio en catalán en el blog de #bcult donde se encuentra un hilo de comentarios interesante. Todo se debe a un twit de Rafa Milán después de una tarde de café y de encontrar las reflexiones de Sebastien Paquet en su presentación «Como ser un hacker cultural» en 5 minutos.

Explicación inicial: Hacker no es un concepto sólo ligado al software. El significado real de «hacker» define a aquella persona que se obsesiona por su trabajo. Un hacker no se justifica, tiene una misión, un objetivo y no se para hasta conseguirlo.

Propongo hacer un ejercicio, ver la cultura como un patrón compartido entre grupos de personas, para poder entender que hay un conjunto de hábitos que definen la lente a través de la cual vemos las cosas y que guionizan en cierta manera nuestras interacciones con los otros.

Es gracias a este ejercicio que quiero conectar esta idea con la analogía que dice: «la cultura es el sistema operativo de la sociedad«, porque creo que se une muy bien al concepto de hacker. Para mi es una evidencia que la figura del «hacker cultural» existe. Son figuras que se esfuerzan por innovar y cambiar los sistemas actuales en los que está anclada la gestión cultural, son personas que trabajan en «código abierto», es decir, haciendo uso de aquello que los humanos tenemos interiorizado -el compartir-. Esto enriquece, la cultura no se deteriora con dinamismo y diversidad.

Si seguimos con esta línea de desarrollo enseguida salta la pregunta ¿qué es un gestor cultural? Hablamos después o dejamos la pregunta abierta a los comentarios?

Cuando los hackers de la cultura hacen su trabajo las cosas, las acciones, los proyectos, se ven bajo una luz diferente.

La cultura nos rodea. La cultura es invisible, es un intangible. Los hackers «hackean» eso que ven que puede hacerse de forma diferente. Pero, ¿como se puede hacer «hacking» sobre un intangible? Quizá es que si nos paramos a pensar, los agentes culturales, usan herramientas y procesos similares que los hackers informáticos.

observar / encontrar / hacer arte – abrir

Observar, ver la realidad que nos envuelve, valorar los ecosistemas culturales. Encontrar, la búsqueda del punto de inflexión, la «debilidad» para convertirla en oportunidad. Hacer arte – abrir, esto es una combinación imprescindible, «hacer arte» es eso que los gestores saben hacer, el toque mágico, como el proyecto politicadigital de Trànsit Projectes. «Abrir» es la parte que más miedo provoca, ya que por muy integrado que tengamos el «sharing» nos cuesta mucho compartir y abrir el código con el que trabajamos. Como ejemplo al abrir-compartir tenemos la iniciativa de ZEMOS98 en su festival número 12, los cultivos12. Proceso que abrió muchas preguntas entre agentes culturales «¿Somos nuestro propio problema? ¿Necesitamos un plan B o somos el plan B? ¿En casa de herrero, cuchillo de palo? ¿Qué aportas? ¿Qué te quieres llevar? ¿Hay que organizarse?»

Hemos sido educados en la patente de la idea, pero esto en cultura no funciona. Abrir es la clave.

Encontrar caminos / catalizar / explotar el lenguaje

Encontrar caminos, alianzas, sinergias, combinaciones, con otros hackers culturales, en definitiva: trabajar en red.

Catalizar, haciendo cosas con los otros es donde reside la diversión, como tan importante es el sentido del humor. Un ejemplo seria #bcult, organizando una cosa informal, poniendo en contacto personas con ideas e intereses afines en un espacio de libertad. Utilizar el lenguaje, tags: #bcult son símbolos, memes que se expanden, que unen, que identifican.

Otro ejemplo es poner en formato público la experiencia de proyecto, como han hecho los AMASTÉ con su decálogo de territorio movil.

institucionalización / dejar ir / y …

Institucionalización, en estos momentos este concepto tiene demasiadas connotaciones negativas en el mundo de la gestión cultural (no voy a abrir aquí el debate sobre la instrumentalización de la cultura por parte de la administración pública o por grandes corporaciones, ya llegará el momento) como para usarlo libremente sin explicaciones o contextualizaciones. Aquí me refiero a «proyectos» que crecen con las interacciones, que se construyen y acaban haciendose realidad. Toman forma y eso perdura hasta que se acaba. Y hay que tener claro que nada es para siempre y menos en el ámbito cultural.

Dejar ir, tendemos a caer en la tentación de quedarnos en los proyectos que generamos, creamos vínculos «afectivos», nos «acomodamos». Hemos de aprender a dejarlos marchar a que crezcan sin nosotros. Hemos de aprender a dejarlos en manos de otros hackers culturales.

Y …, volver a empezar, volver al inicio, empezar un nuevo proyecto con una nueva idea con una nueva conexión en red, buscar otra «debilidad»…

Los hackers culturales son así. ¿Seguimos?

4 comentarios
  • Hiperterminal
    RESPONDER

    !Hola!

    Justo ahora ando leyendo «La ética del hacker» de Pekka Himanen. Muy relacionado con lo que escribes aquí. Interesante lo que planteas de lo intangible. Me parece que debe funcionar exactamente igual que el software: Los hackers programan colaborativamente software, instrucciones, cosas intangibles al igual que los bienes culturales inmateriales. A los desarrolladores de software les ha ido bien hackeando ¿por qué los promotores culturales no podrían hacer lo mismo?

    Hay que encontrar la forma, pero de que funciona funciona.

    Por cierto, el libro de Pekka puede descargarse 😉

    • sarok
      RESPONDER

      Gracias por comentar, si estamos en algo muy parecido. El libro de Himmanen lo leí cuando salió y me abrió una serie de reflexiones que ahora empiezan a plasmarse por escrito. Además pienso que este tema no está cerrado, hay que seguir pensando sobre ello y evolucionar el texto.

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